Cronológicamente, el primero de esos ejes pasa por Antonio Rivero, que fue un argentino, un gaucho, un peón de campo que lideró un alzamiento contra la ocupación británica de las Islas Malvinas en 1833. Había nacido en Arroyo de la China, provincia de Entre Ríos, el 27 de noviembre de 1808, y fue llevado a las Malvinas alrededor de 1827 por el gobernador argentino de las Islas, Luis Vernet, para trabajar de peón. El 26 de agosto de 1833, seis meses después de que los ingleses ocuparan por la fuerza por primera vez aquellas estratégicas islas, llenas de bruma y misterio, Rivero desconoció la autoridad impuesta por los británicos, extranjeros e invasores, y encabezó una rebelión. Sus compañeros en esa aventura fueron otros dos gauchos y cinco indios; sus nombres eran Juan Brassido, José María Luna, Manuel González, Luciano Flores, Felipe Zalazar, Manuel Latorre y Manuel Godoy. Aquella sublevación desembocó en la muerte del autoproclamado gobernador británico, que pagaba los jornales de los peones argentinos con vales sólo canjeables en el almacén del que era dueño, y la de algunos de los principales colaboradores de ese funcionario del Imperio Británico. El alzamiento fue velozmente dominado después de que el Reno Unido enviara una expedición para "pacificar" las islas, y los rebeldes fueron llevados prisioneros a Londres. Lo que sigue, los hechos históricos, son hábilmente ficcionalizados por la pluma de Armando S. Fernández. Sobrevendrá luego la vuelta a la patria, la batalla de la Vuelta de Obligado, y en todo momento, el ser gaucho.
Hay varios personajes que vuelven a encontrarse obstinadamente en las mismas coordenadas, las de la historia y las de la novela; entre ellos, Charles Darwin, José Hernández y los combatientes de la Guerra de Malvinas, aquella ocurrida en 1982...
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