jueves, 26 de junio de 2008
Al pie de la Cordillera
Hola amigos, quería contarles que con motivo de mis funciones periodísticas fui enviado a la localidad de Uspallata, en la provincia de Mendoza. Allí pasé unos días en el Regimiento de Infantería de Montaña 16 (RIM 16). El motivo periodístico fue que los soldados de esta unidad de nuestro Ejército se preparaban a partir hacía Haití como parte del contingente argentino de Cascos Azules de las Naciones Unidas, que, dicho sea de paso, la Nación Argentina cumple este año el 50 aniversario de participar de estas misiones de paz. Cubrir el camino que va desde la capital mendocina a Uspallata es toda una experiencia que les recomiendo. Es un camino que serpentea entre las imponentes montañas de la precordillera de Los Andes. Esta ruta discurre entre túneles horadados en la montaña. Es todo un espectáculo para los ojos y el espíritu ver esas cumbres nevadas. Ahí uno comprende que el hombre es bastante poca cosa comparado con la maravilla que Dios ha puesto en la naturaleza. Tenemos un país maravilloso que no tiene nada que envidiarle a ninguna nación del mundo. En Uspallata están las referencias históricas del paso de parte del ejército sanmartiniano que atravesó la cordillera para liberar a Chile del poder realista. ¡Uno ve esas cumbres y se pregunta como hicieron San Martín y todos los soldados criollos que lo acompañaron para cruzar esas montañas imponentes con los medios que tenía hace casi dos siglos! Una hazaña maravillosa, no en vano tenida por superior por parte de los historiadores, del cruce del general cartaginés Aníbal para atacar a Roma. Y me tocó vivir el 20 de junio, Día de la Bandera, en Uspallata, ubicada entre montañas, con escolares que pese al frío reinante, agitaban sus banderas y cantaban a todo pulmón nuestro Himno Nacional. Con paisanos orgullosos, que, vestidos con sus mejores “pilchas”, pasaron montados en sus cabalgaduras. Con nuestras tropas de montaña que, antes de partir a la lejana Haití, desfilaron orgullosas ante ese pueblo de siete mil habitantes. Y si eso no es la Patria, la Patria ¿Donde está?
Les puedo decir que viví una experiencia inolvidable, a la que no vacilo en calificar de casi mística y que a todos recomiendo, especialmente a aquellos, que creen que nuestro hermoso y bendito país, se acaba en la avenida General Paz. Nada menos cierto que eso. La verdadera belleza natural de nuestra querida Argentina, no está precisamente en Buenos Aires. Aquí seguramente está la comodidad. Allá, cerca de las cumbres heladas y la nieve de invierno que todo lo cubre con su manto blanco, lo que encuentra el viajero, es nada menos que la aventura.
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