lunes, 24 de septiembre de 2007

El recuerdo del maestro Alberto Breccia

Hablar de la labor de don Alberto Breccia es referirse a la obra de un artista genial y todos los adjetivos que se pueden aplicar en ese sentido, son sólo simple palabras que no pueden abarcar la magnitud de su obra. Desde aquellas páginas de Patoruzito donde se hizo cargo de Vito Nervio (el “primer detective argentino” con su fiel ayudante Alí) que redactaba Leonardo Andrés Wadell e ilustraba Cortinas, que me hizo descubrirlo como lector. Es imposible reseñar en este espacio toda su fecunda labor historietística y de ilustrador. Pero allí están Sherlock Time, El Eternauta (para la revista Gente), Pancho López, Los Mitos de Cthtulu y por supuesto su más grande obra, Mort Cinder, el hombre de las mil muertes y las mil resurrecciones, creación literaria del incomparable Héctor G. Oesterheld, aparecida en Misterix de Editorial Yago, que ya son mojones inolvidables de su carrera. (Ilustraciones: Mort Cinder, capítulo "La batalla de las Termópilas", Oesterheld - Breccia).





Todas estas obras que leí con placer de joven, se me volvieron realidad cuando conocí a don Alberto Breccia, durante la Segunda Bienal de la Historieta realizada en Córdoba, organizada por la célebre revista Hortensia de ese otro genio mediterráneo llamado Alberto Cognini. Las delegaciones convocadas nos encontrábamos alojadas (por cuenta de la provincia, que por ese entonces daba una gran importancia cultural a nuestra historieta) en el Hotel del Automóvil Club Argentino. Allí, en el salón comedor, conocí personalmente al maestro Alberto Breccia y hablamos de historieta e ilustración durante un buen rato. Yo era, por entonces un joven profesional, ávido de escuchar al maestro y guardo como preciado tesoro, algunas fotografías de esos momentos de diálogo en suelo cordobés. Desde este espacio, entonces, me permito evocarlo respetuosamente, para darle gracias en nombre de varias generaciones de lectores que disfrutaron de su arte incomparable. Había nacido en Montevideo, Uruguay en 1919 y falleció en Buenos Aires en 1993. Don Alberto Breccia está para siempre en el selecto Olimpo solo reservado a los grandes.

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